SATURAN FAMILIARES ÁREA COVID CALLEJERA DEL HOSPITAL GENERAL

Agentes funerarios montaron un campamento afuera del área Covid callejera del Hospital General, en espera de recibir cuerpos.
Este día, decenas de familiares de contagiados amanecieron esparcidos a lo largo de la calle Fernando Montes de Oca, cerca del área Covid improvisada del Hospital General (HG).
Mientras tanto, metros adelante, agentes con sus carros fúnebres montaron un campamento, en el estacionamiento de un negocio abandonado, a metros de la parte trasera del hospital.
Está soleado, hay buen clima, pero es un día tenso. Muchas personas madrugaron y otras, en su mayoría, tienen parientes que se internaron entre sábado y domingo.

Lloran, rezan, otras fuman en las esquinas; algunas de ellas, agotadas, se sientan en las banquetas. Otras cuentan lo sucedido, como si intentaran explicarse a sí mismas la tragedia.
El sufrimiento de las familias
Doña Inés Núñez, residente de la colonia Granjas, tiene su esposo Rafael internado en el área confinada del HG. Ambos son jubilados. Llora al contar, su hija mayor la abraza. Aprieta su hombro con la palma de su mano. Se relaja: “Lo trajimos el domingo, estaba muy mal”.
Don Rafael tiene fiebre, tos, dolor de cabeza intenso y no puede dormir. Tres días en el área Covid y no le he han aplicado la prueba. “Cada vez está más mal”, cuenta doña Inés.


Y confía: “Nosotros nunca salimos a la calle. Uno de mis hijos me trae el mandado cada 15 días, pero tenemos uno de 19 años que se la pasa en fiestas”. Metros adelante, su joven hijo, acomoda el cuello de su playera, se acomoda su reloj y se aleja.
El muchacho contrajo el virus, pasó tres días resfriado y se alivió. Su padre, don Rafael, lo tumbó una presunta pulmonía. El domingo no resistió y pidió un hospital. Espera, internado.
Julián Soto, vaquero en un rancho de Ahumada, todavía trae lodo en sus zapatos, rústicos. Su vestimenta es la misma desde que internó a su padre el domingo. Ha ido al rancho tres veces, por papeles necesarios para hacer trámites en el HG.
Su hermano mayor lo abraza, porque la voz se ahoga. Para no llorar tensa los músculos de la cara. Mientras tanto, su hermano, pálido y con los ojos hundidos, sonríe de forma discreta. Justifica el dolor de su pariente.
Nemesio, de 80 años de edad, sostiene su vida con una sonda para diálisis, porque hace años, un riñón no quiere realizar su función. “Esperamos lo peor. No le han hecho prueba Covid, como si estuvieran esperando a que muera por su insuficiencia renal”.
Funerarios esperan pacientes cerca del área Covid
Foto: José Zamora
“Hay que esperar, los están soltando poco a poco”, dice un funerario del negocio Renacimiento. Los agentes tienen “conectes” en el HG, en la Fiscalía y en el gremio. Huelen la muerte. Es su ramo.
Como un ejército en guerra, mueven sus carrozas del estacionamiento abandonado, al rudo mortuorio del HG. Enfundan sus uniformes blancos y asépticos. Existe un sutil contento en ellos.
“Nos dicen que hay muchos. Que algunos están ya en bolsas, en el piso del área Covid. Que los están soltando poco a poco”, dice uno de los funerarios. Allá, adentro del HG, solo ellos saben. Por Luis Villagrana/nortedigital.mx